viernes, octubre 10, 2008

Vos ya lo sabías de antes

Navegando por los recovecos más insípidos de la jornada laboral, me di cuenta de algo muy notorio: pocos seres humanos tienen tanto talento como mi amigo Bary para encontrar el sobrenombre ideal para una persona. Para descubrir ese perfecto apodo que resume la figura de un ser en una única palabra.
Además de la calidad de los sobrenombres y de la inventiva de las frases utilizadas, tiene un currículum que es abrumador: Alambres, Choripán con champagne, Primavera, Macaco… Todos son, además de muy creativos, adorables. Siempre logra mantener esa relación biunívoca e indisoluble entre el ser analizado y el significado de los apodos; me parece que el sobrenombre ya existe de antes, él sabe cómo materializarlo en una frase.
Repetidas veces me pasa que me imagino a mis amigos cuando sean grandes. Cómo serán como padres, de qué van a trabajar, si van ser pelados u obesos. El fin de semana pasado me encontré imaginándome a Bary en el futuro y me di cuenta de que, tarde o temprano, va a terminar ganando plata por inventar sobrenombres. Indefectiblemente, sean cual fuesen las vicisitudes de su vida, va a terminar poniendo su propio local con un gran letrero diciendo: “Aquí nomenclatura de humanos, entre y cuando salga ya no será el mismo”. Nadie cambia tanto porque le inventen un sobrenombre, pero Bary de grande va a seguir siendo un poco exagerado.
Un día va a inaugurar su negocio y, sin dudas, vamos a tomar unas cervezas en su honor. No me extrañaría que este ritual se mantuviera por un tiempo, aunque el local se haya inaugurado ya hace muchos años. Lo vamos a ir a visitar seguido y el nos va a recibir en su consultorio. Cuando esté atendiendo, no nos va a poder seguir las charlas, porque para lograr un buen sobrenombre hace falta mucha concentración y disciplina.
Van a pasar por su consultorio mujeres con sus hijos, chicas y amigos, todos en búsqueda de su verdadera identidad, del mote que la vida les ha negado por años. Se irán todos muy contentos y con el tiempo su fama como nomenclador se irá propagando por el barrio.
Un día va a caer Nico a visitarlo, él no se va a poder resistir y va a querer inventarle un sobrenombre. Seguramente Nico se va a negar y Bary, como buen anfitrión que es, no va a permitir que nadie se vaya de su negocio sin un apodo creado ad hoc. Va a poner todas sus fuerzas, se va a concentrar como nunca antes lo hizo, pero va a fracasar en su intento. Va a reintentarlo una y otra vez, obteniendo iguales resultados. Su impotencia lo va a llevar a sentirse mal, quizás hasta a llorar. Nosotros lo vamos a consolar, un fracaso no es nada, y le vamos a decir lo mismo que ahora: - Vos ya lo sabías de antes, Nico nunca va a tener sobrenombre -.